Declaración del Arzobispo Salvatore J. Cordileone en oposición a la Ley de Protección de la Salud de la Mujer de 2021

La HR 3755, la mal llamada “Ley de Protección de la Salud de las Mujeres de 2021”, muestra hasta qué extremos radicales llegarán los supuestos defensores del “pro-choice” en nuestro país para proteger lo que consideran más sagrado: el derecho a matar a seres humanos inocentes en el útero.  Apoyo al arzobispo Joseph Naumann en su exigencia a los legisladores para que rechacen este “proyecto de ley engañoso y extremo [que] impondría el aborto a la carta en todo el país en cualquier etapa del embarazo [y]… eliminaría leyes pro-vida modestas y ampliamente apoyadas en todos los niveles del gobierno” y, en su lugar, que “pongan la energía y los recursos de nuestro gobierno federal detrás de políticas que reconozcan y apoyen tanto a las madres como a sus hijos”.  Cualquier persona razonable con un sentido básico de la moral y un atisbo de decencia no puede sino estremecerse de horror ante una maldad tan atroz codificada en la ley.

Es especialmente vergonzoso que cualquier autoproclamado católico esté implicado en tal mal, y mucho menos que lo defienda.  A los políticos católicos en particular, les imploro que escuchen las palabras del Papa Francisco, que justo el fin de semana pasado, durante su vuelo de regreso a Roma desde Eslovaquia, dijo: “El aborto es más que un problema.  El aborto es un homicidio…  Es una vida humana, y punto.  Y esta vida humana debe ser respetada.  Este principio es tan claro, y a los que no pueden entenderlo, les haría dos preguntas: ¿es correcto matar una vida humana para resolver un problema?  Científicamente, es una vida humana.  La segunda pregunta: ¿es correcto contratar a un sicario para resolver un problema?”.

Esta propuesta legislativa es nada menos que un sacrificio de niños, y claramente es una reacción, entre otras cosas, al ley de Texas sobre el latido del corazón, recientemente aprobada.  No debe sorprender, pues, que ese proyecto de ley sea impugnado nada menos que por el Templo Satánico y precisamente por motivos de libertad religiosa.  De hecho, la HR 3755 es seguramente el tipo de legislación que uno esperaría de un devoto satanista, no de un devoto católico.

Por lo tanto, pido a todos los católicos de nuestro país que recen y ayunen inmediatamente para que los miembros del Congreso hagan lo que es justo y eviten que esta atrocidad se promulgue en la ley.  Un niño no es un objeto que se pueda tirar, ni el corazón de una madre tampoco.  Lo he dicho antes y lo vuelvo a decir: la respuesta a una mujer en crisis de embarazo no es la violencia sino el amor.  Esto es América.  Podemos hacer mejor.